jueves, 12 de enero de 2017

Copago de los pensionistas

Prometí hablar de política y de los políticos y allí voy. Como todo el mundo sabe, soy pensionista desde hace unos años. Soy además, por mis genes, crónico en dos males muy comunes en la actual sociedad. Uno de ellos un exceso de colesterol. Y digo que por mis genes, ya que es un desorden muy común en mi familia. Pobre de mí que siempre he comido verdurita hervida y agua con gas.

Vuelvo a los políticos. Parece ser que sufren porque los jubilados son poco solidarios y quieren que contribuyan más al estado de bienestar de España. Que inteligentes. Como el chiste de los vascos, ese que dice oye Pachi, que cuentan que los de Zumárraga son muy inteligentes; - ¿Cuánto peso levantan, pues?...le contesta Pachi. Pues eso son los políticos de España. ¿Cuánta corrupción levantan?

Yo siempre he sido un defensor del copago. Todo lo que es gratis se derrocha –por eso los políticos derrochan a mansalva. Ahora bien, que no me cuenten ningún cuento chino –os adjunto uno de José Motapara que os riáis- que el incremento del copago conlleva una mejora del sistema de salud. Y una mierda.

Para mejorar la sanidad en les voy a dar varias soluciones.

Primera: Hagan que los ciudadanos españoles seamos todos iguales y que no porque tengan el cupo o el amejoramiento las comunidades Vasca y Navarra, tengan un gasto casi un 50% mayor en sanidad que algunas comunidades más pobres.

Segunda: Profesionalicen la gestión de la sanidad. Me puede alguien explicar que puede saber un médico de dirigir un Hospital cuando toda su vida ha estado solo operando o pasando consulta. Que sabe de gestión de equipos u optimización de recursos. 


Tercera: Asumir por parte de la administración central el control de la sanidad. En vez de 17 sistemas de gestión con sus correspondientes gestores, tendríamos un único sistema, alejado del ciudadano –en muchos casos es mejor que sea así- que mejoraría sustancialmente la sanidad.

Todo esto supondría un ahorro de entre  un 20-30 % y sin modificar el presupuesto mejoraría la atención al ciudadano como mínimo en ese porcentaje.

Adiós. Me llama mi señora que vamos a urgencias a hacerle una cura por una quemadura que se hizo. Hace mucho calor y una cola interminable. Nos sentamos a la puerta en un banco de mármol. Una avenida peatonal con el suelo de piedras natural. Una fuente enfrente rodeada de miles de de flores de variados colores y un edificio -de cristal y madera- que construyó la administración para albergar un evento ruinoso -¿os suena las exposiciones mundiales?

Leemos mi señora y yo.

Dos horas después nos toca la cura y afortunadamente no tuvimos que volver a casa a por la vendas. No hay que por bien no venga y nos acabamos mi señora y yo ambos libros empezados. El mío la recomiendo: Los días contados de Miklós Bánffy.



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