lunes, 10 de octubre de 2016

La mili, la transición y mi Enhorabuena a Gutierres

Prometí hablar de política en este segundo post después de mi forzada interrupción estival. Yo como las gran mass media de la comunicación, todo el verano de vacaciones.

Empiezo con una historia muy curiosa. Hice el servicio militar en el Cuartel General de la Brigada de Artillería del Estrecho de Gibraltar. Que rimbombante. Y llegue a ser cabo. No hice lo que en aquella época  se llamaban las milicias – curioso nombre en la Dictadura ya que recuerda mucho  a las milicias populares que combatieron junto a los republicanos durante la Guerra Civil- por cuestiones organizativas de mi vida. Tuve la suerte –al ser licenciado- de tener puestos relativamente cómodos. Era fundamentalmente el que archivaba documentos de los mandos del cuartel. Por supuesto no confidenciales. Gibraltar en aquella época estaba cerrada como venganza al referéndum que organizó Inglaterra en el Peñón para que se definiesen los gibraltareños sobre la resolución de la UNU por la que se obligaba a descolonizar el peñón a sabiendas de que, por los beneficios que tienen aquellos, votarían que no. Y no pasó nada y no se descolonizó y sigue el Peñón en manos de la gran Albión.

Para qué sirve la ONU más que para llenarla de ejecutivos bien pagados y mejor vestidos y comidos y corruptos. Enhorabuena al futuro secretario general de la ONU, el portugués Antonio Gutierres. Algo nos caerá a los españoles supongo.

Volviendo a mi relato original, en ese tiempo que hice la mili se cocieron los acuerdos de la transición; entre ellos el más importante, el de la reforma política. En aquella época la gran mayoría de los soldados eran desertores del arado o de los frutales o en el mejor de los casos pescadores de coquinas o doradas. Generalmente provenientes de pueblos pequeños o cortijos de los Alba y compañía. Muchos analfabetos e ignorantes.

Pues bien hete aquí, que a la solana de la puerta del cuartel me dedicaba a contar a los colegas las ventajas que esta ley suponía, una democracia en la que todos participásemos de la misma manera, seamos ricos o pobres, hombres o mujeres, listos o menos listos. Era algo que mi espíritu didáctico –además de mi obligación como ciudadano- me exigía. Algo peligroso esto. Ya me lo decían algunos compañeros que no iba a ser fácil que el poder militar perdiese mucha de su influencia acumulada en la dictadura en casi 40 años de gobierno de Franco.

Y así fue. Un brigada chusquero se enteró de mi proselitismo frente a la mencionada ley de reforma, culpándome de alta traición, incitación a la rebelión y no sé qué más delitos de lesa humanidad. Pues bien, ni corto ni perezoso, me conduzco a los calabozos y allí me tuvo hasta que un capitán, eso sí, de la academia, le debió decir al brigada que ya no son los tiempos de plomo del franquismo y que incluso se debería legalizar el PC y el divorcio. 

El Pais -periódico que yo leía y que era un conjunto de frescura y libertad, no lo que es ahora, lleno de intereses económicos y políticos y lleno de ejecutivos con sueldos millonarios- lo expuso en su primer editorial. La gente se puede equivocar a la hora de escoger su pareja y tiene todo el derecho a corregir sin tener que mentir a la Rota para que les den la nulidad matrimonial. Yo también lo creía y lo creo y si no ver una de las fotos de mi boda.

Porqué me he acordado de esta anécdota del calabozo. Tengo una memoria horrorosa y hay ciertas cosas que la mente olvida. 40 años después y en la mudanza a mi nueva casa me encontré una caja metálica con las cartas que nos escribíamos mi  señora esposa y yo. Las estoy releyendo y son encantadoras. Como me fluyen ciertos recuerdos de una época como aquella, tal convulsa y excitante. En la carta que me escribió en septiembre de 1976 me preguntaba Sisi por los días que había pasado en el calabozo; e hice un reflexión en voz baja –soy así de prudente y tímido- sobre las medallas que me tengo que poner al haber estado encarcelado por la democracia. Como muchos se jactan en estos últimos años. Y yo sin saberlo

Uff, que cansado es hablar de política. Voy a relajarme con la lectura del último libro de John Le Carré. Ya os contaré.


El termino chusquero viene de chusco, pedazo de pan consumido en el ejercito que supuestamente habían tenido que comer y en cantidad los oficiales para conseguir el graduación correspondiente porque no habían pasado por la academia.