jueves, 24 de abril de 2014

Berlin y Actividades de garaje.


En marzo de 1990 tuve la suerte de ir a Berlín. Se celebró el primer seminario técnico sobre tecnología de cemento y allí me mando –que faena- mi empresa. No olvidaré el gran paseo que me di desde el hotel en donde estaba en la zona occidental hasta la Alexander Platz, cruzando el Tiergarten hasta darme de bruces con la puerta de Brandenburgo protegida por parte del caído muro de Berlín. Cuatro meses después de la unificación estaba allí entrando en lo que se denominaba la zona rusa. Una inmensa calle –Unter der Linder- me conduce a la parte mas noble y antigua del Berlín preguerra. Lleno de monumentos, edificios señoriales, museos –el de Pérgamo impresionante, que diría Jesulin-, catedral incluida y bañados prácticamente por el río Spree. Todo sin embargo, en un estado deplorable de conservación. A pesar de esos 4 meses, la diferencia era abismal entre la que fue el Berlín occidental al protegido por el muro. En la calle mencionada del Berlín oriental solo se veían –y
pocos- los famosos coches Trabant. Viniendo de la zona de los Mercedes, Audis y BMWs y colapsando las calles occidentales, es como si me hubieran abducido unos extraterrestres y me trasladaban a una ciudad totalmente distinta, solo por pasar la puerta de Brandenburgo. Me traje por supuesto un trozo de muro, que por cierto no sé donde lo dejé.
Al los tres años volví otra vez a Berlín y una de las cosas que más se veía eran unos puestos donde se vendían trozos de muro. A pesar de lo grande que era, no parecía suficiente para la gran demanda que había y que se mantendría durante los siguientes años. Pregunté a un nativo por esta curiosidad y me dijo que efectivamente se creía que se hacían muros en garajes que se pintaban con grafitis para después romperlos y venderlos.


Me viene a la mente la moda de dos actividades en garajes. Los Bill Gates y compañía hicieron sus primeros pinitos en el garaje de sus casas (de sus papas). Conjuntos como Shadows of Knight, The Seeds o The Leaves empezaron su música en los garajes de sus casas. En la jerga de música se les llama garaje rock.
Yo soy malo haciendo chapuzas pero espero que mi futuro garaje –ya estoy preparando la mesa de trabajo- me convierta en un figura, y como los inventos del tebeo  pueda competir mi Franz de Copenhague con los monstruos del Android, Android, iOS, Bada, BlackBerry OS, BlackBerry 10, Windows Phone, HP webOS, Firefox OS, o pueda crear Whats up cualquiera y me pague el Mark Zuckerberg tropecientos millones…
Angel –me despierta mi señora esposa- levanta que tienes hora en el psiquiatra. Pufff…

miércoles, 23 de abril de 2014

Javier Marias y Tu Rostro Mañana

Quizás no haya leído un libro como “Tu Rostro Mañana” en mi vida. Casi 1400 páginas en papel y letra de biblia. Un libro intenso que repasa casi todos los aspectos de la vida; guerra, paz, dictadura, democracia, muerte y vida, enfermedad, felicidad, terrorismo, espionaje, asesinatos, divorcio, sexo, familia, añoranza, desconfianza, venganza, recuerdos, etc. Hay un capitulo en el que el protagonista habla con su mentor y amigo Peter de la guerra civil española y la 2ª gran guerra y entre los temas que salieron, hay uno muy interesante, que hace referencia a los carteles que se ponían –los militares- invitando a tener cuidado, de lo que se decía sobre la guerra aunque fuese a su familia o amigos. Pueden ser, sin darse cuenta, espías del enemigo. Estos carteles se llaman careles talk –en Inglaterra- o conversación imprudente –en España-. En el propio libro hay muchas fotos de estos carteles, aunque en internet se pueden ver muchísimosmás.
El libro es de Javier Marías –hijo del filósofo y ensayista Julián- y pone en boca de su amigo Peter estas reflexiones sobre la diferencia entre los carteles ingleses y los españoles:
 "Fíjate que en los nuestros –los carteles ingleses- advertían sobre todo del peligro e instaban a callar, a extremar la discreción y las precauciones, pero no demonizaban al enemigo oculto ni hacían hincapié en su rastreo, su persecución y su destrucción".
Y se tiene que entender que lo mismo eran carteles de los sublevados como los del frente popular.

Siguiendo con carteles, hay muchos de propaganda ideológica, que como es lógico provienen de dictaduras bien de derechas o de izquierdas. Y lo curioso de todo es que parece que los han hecho en el mismo estudio de publicidad. Tienen idéntico estilo, da lo mismo que sea el cartel nazi, comunista o fascista.  Vedlo y comprobadlo

martes, 22 de abril de 2014

Gabriel García Marquez y los examenes


Corría el año 1974 y alternaba mis estudios de Química Industrial con diversas actividades lúdicas propias de mi edad. Además de tomar una cerveza de vez en cuando e ir al cine, me atrevía con cierta literatura sudamericana.
Por aquel entonces vivíamos mi amigo Pepe Barrado y yo en un cutre piso interior en la calle Bravo Murillo de Madrid a la altura del metro de Estrecho, la frontera con el barrio de Tetuán; todavía no invadida por precolombinos –así les llama mi prima Marifé a los sudamericanos.
El mencionado apartamento tenía tres habitaciones dos ocupábamos nosotros y la otra la teníamos para un amigo madrileño que lo utilizaba como picadero, con una aportación significativa a la renta de la casa.
Mi habitación, posiblemente era la más pequeña. Interior con una ventana minúscula que no permitía entrar la escasa luz de un patio interior y menos porque era la planta baja, una minúscula mesa de estudio y una cama de 80 cm. Llegaban los exámenes finales y tenía que dar el do de pecho para no rezagarme en mis notas en la medida que una beca que tenía, dependía de ellas.
Siempre había un libro en la cama que leía en mis ratos de descanso. En aquellos días me acuerdo que estaba leyendo Cien años de soledad. Leía unas hojas y continuaba estudiando hasta que las laplacianas y las derivadas circulares me abotargaban. Volvía a coger el libro y contaba que el matrimonio de Jose Aurelio y Úrsula eran primos y pensaban que se casaban llenos de presagios y temores por su parentesco. Vuelta otra vez al diseño de los reactores –era quizás la asignatura mas difícil de mi carrera- y cada vez aguantaba menos estudiando. Miraba el libro pensando en las muertes deMelquiades –No se si la famosa película, recomendable, de Tommy Lee Jones está basada en el libro de Gabriel.
Así que integraba (de integrales definidas me refiero) cada vez menos mirando las páginas que tenía el libro y las que me quedaban. Ya tenían el matrimonio de los Buendía tres hijos y la preparación de mi siguiente examen cada vez peor. Tenía que tomar una decisión. Era imposible hacer las dos cosas a la vez (nos suena ¿no?)
Decidí leerme las 800 páginas de la saga ininterrumpidamente, lo que no se es cómo, pero me dio tiempo a prepararme el examen y además conseguí el notable.
Y no tengo abuela. 
Ahora sería imposible hacerlo porque me duermo antes de leer 50 páginas, y eso que no tengo mucho mas de 22 años, que son los que tenía en aquella primavera del 1974 a Dios gracias de maravillosos recuerdos.
PD: No entiendo que una mente que pueda escribir esos libros pueda ser amigo de Castro y consecuentemente cómplice de la mas larga dictadura que existe, pero bueno a todo buen escribano se le cae un borrón.

sábado, 5 de abril de 2014

Galicia y Castañuela 70

Hace unos días estuvimos en Galicia. En La Coruña principalmente aunque nos hicimos una buena excursión por las rías cercanas –la Coruña, Betanzos y Ferrol. Qué bonito y relajante a pesar del mal tiempo que nos hizo.
No se porqué, supongo que al inmersionarme –que palabrejo- en el lenguaje tan hablado en las tierras de las meigas, me vino a la memoria una canción muy poco –o nada- conocida. 
Un grupo de teatro llamado Tábano –en vías de extinción (los tábanos me refiero porque el grupo se extinguió con la venida de la democracia)- y un conjunto musical con nombre muy español como las Madres del Cordero hicieron una representación en el verano del 1970 en Madrid que se llamaba castañuela 70. Fresco, innovador, transgresor a veces, casposo otras por sus canciones tan españolas, etc. El líder era Moncho Alpuente –rojo de Prisa- y –que pena –amigo del  Gran Wyoming.
Y volviendo a lo de Galicia me venía a la mente y la tatareaba, una estrofa de una canción del mencionado grupo que hablaba de los idiomas del mundo mundial. El francés, el catalán y el gallego también. Escuchadla,escuchadla. No tiene desperdicio. Canta a Machado y Bred –se refiere a Bertolt brecht- y luego “vuelvo a la rumba otra vez”. ¿Y lo del comunista Víctor Manuel al final? genial.
Os recomiendo en you tube todas las canciones del LP “vidas ejemplares”.

Por aquella época aterrizaba yo en Madrid para realizar mis estudios universitarios. Como dice el aforismo tenía menos de 30 años y tenía corazón y me gustaba también Machado y algo menos Bertolt Brecht. Ahora tengo mas de 30 y creo que sigo teniendo corazón al ver la calamidad de este país o nación.
Puta mili.