jueves, 10 de enero de 2013

Museos


Madrid tiene museos que son referencia de la cultura del mundo mundial. Y es lógico que así lo sea. El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Arqueológico, el de cera, el de América, etc. Todos son referencia de la cultura de un país que fue y es parte muy importante de occidente. Y como tal, dichos museos son muy visitados.
En 2012 al Prado lo visitaron 2.8 millones de personas, al Reina Sofía 2.55 millones y al Thyssen 1.25 millones. Alguien puede pensar que el siguiente es el de cera o el arqueológico. Pues no, el cuarto museo más visitado es el museo del Real Madrid que está en el estadio Santiago Bernabéu.  
Yo estuve hace unos años invitado por el que es uno de los directivos del Madrid -mis cariño recuerdo a Ángel Luis Heras- y puedo decir que es una visita como mínimo curiosa. Se empieza por los vestuarios –un lujo asiático con yacuzzsi incluido- se continua paseando por la hierba –impresionante ver desde aquí el graderío vacío- y se finaliza por la sala de trofeos y la tienda por supuesto. No sé lo que tardé pero mucho menos que ver los flamencos de El Prado.
Pero aquí no acaba todo. Continuando con la información mencionada, el costo de acceso al museo del Real Madrid es de 19 € y 13€ para menores de 14 años. Si tenemos en cuenta que los museos nacionales tienen un día gratis y que el precio de acceso es mucho menor, no es de extrañar que la recaudación del equipo de la capital sea mayor que cualquiera de los afamados museos mencionados.
No podemos decir que “España y yo somos así señora”, porque casi la mitad de los visitantes del museo del mejor equipo del siglo XX –mal que le pese al Barsa- son extranjeros. Que ya es decir. Yo he vivido unos meses cerca del Bernabéu y había cientos de personas haciéndose fotos como si de la Puerta del Sol o de la Cibeles se tratase.
 Y luego dicen que la cultura es cara.

viernes, 4 de enero de 2013

Avenida Santiago Amón


Como todo el mundo sabe estoy en situación de desempleo; y digo esto porque este blog me ha hecho tan famoso que  soy leído en USA, Alaska y otros países mas exoticos.Nadie más que mi mujer sabe lo que sufrí los primeros meses después que dejé –o me dejó- la empresa. Treinta y cinco años luchando contra viento y marea. En Hontoria, en Portland, en Valderrivas, en Portland Valderrivas. Después de pelearme con Tiros y Troyanos, me dicen que no cuentan conmigo. Tuve que duplicar mi tortilla de antidepresivos y tranquilizantes. Menos mal que no había llegado Rajoy y las medicinas eran relativamente asequibles.
Han pasado casi dos años y las aguas han vuelto a su cauce. Estoy muy contento. Diariamente me siento frente a mi mesa de trabajo y alterno el día a día de los correos, periódicos etc. con la maravillosa vista que tengo desde mi casa del tercer piso de Santiago Amón. Vivo a escasos metros del río Carrión. Aunque en verdad habría que decir medio río Carrión. 200 metros aguas arriba se desvió el cauce para facilitar que todos los batanes tuvieran agua suficiente para mover las ruedas. ¡Quien no recuerda las mantas de Palencia¡ Uso indebido para algún jocoso con ganas de incordiar a los palentinos. Frente a mi ventana una pequeña presa que blanquea el agua a su caída. En verano el ruido del agua contrasta con el silencio que a veces dejan los pocos coches que pasan. Como casi todos los ríos del mundo, rodeado de árboles que conforman un paisaje relajante. Interrumpiendo esta vista, el hotel Rey Sancho. Arquitectura poliédrica de los años 60. Para mi muy feo, aunque tengo un recuerdo especial de él porque allí pasamos mi mujer y yo nuestra luna de miel.
Una pequeña fábrica de café escupe, como dice Sabina, su vomito de humo. Cuando el viento lo transforma en una línea blanca horizontal me planteo quedarme en casa. Al fondo el “monte de Palencia”, una elevación de unos 100 metros que utilizan los palentinos para su solaz veraniego. Encima el cielo. Verde, azul, blanco, arcoíris, negrura, plomo, atardeceres de todos los matices posibles.
Solo un defecto. En verano hace mucho calor. Pero no turba lo más mínimo lo contento que estoy.
Echo de menos una terracita, una piscinita y un “invernaderito”. Me encantan los tomates.