Preguntaba el
otro día a un amigo que su formación tenía que ver mucho con las ciencias, que
si se acordaba del primer principio de la termodinámica. Fácil era; no le
preguntaba por la ley de fick ni mucho menos el principio de
indeterminación de Heisenberg. Pues no,
no me lo supo contestar. Cuando le dije que era tan sencillo como que la
energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma… Claro, que fácil.
Me reprochó mi
amigo por ponerle en ridículo preguntándole tal chorrada. Evidentemente
no le di la razón aunque en mi fuero interno estaba de acuerdo con él. Sin embargo le explique porque me vino a la memoria tal
afirmación.
Me había
desayunado con un macro-informe del diario el Mundo en donde se habla de los
más ricos de España. Empiezo a sudar un poco pensando que podía encontrarme
entre ellos, pero no. En este caso no estaba soñando. El último de la lista
tiene 41,1 millones y yo –miro mi patrimonio- no llego por poco a esa cantidad.
Otra vez será. Me pasa lo mismo que cuando era joven e indocumentado –aunque de
lo segundo sigo siendo mucho- que cuando había nuevo gobierno miraba siempre el
boletín oficial por si me caía algo. Iluso de mí.
Pero volviendo a las listas
de El Mundo –las que supongo miles de mis lectores habrán leído ya- veo una
serie de cosas que me incitan a una pequeña reflexión.
A mí me parece que la
riqueza se rige también por el primer principio de la termodinámica y que si
unos tienen más, es porque otros tienen menos. Y si se me permite –¡cómo no Ángel!-
pongo el caso del presidente de Telefónica. Va a poner encima de la mesa 2.700
millones de euros para despedir -perdon invitar a que se marchen- a 7.000 trabajadores mayores de 53 años. Lo
llaman PSI, acrónimo del eufemístico título Plan de Suspensión de Contratos.
Luego subcontratará a autónomos o pequeñas empresas que además de aguantar a
los clientes tendrán que acatar condiciones draconianas. Y trabajar 14 horas al
día. Y mientras, de los 350 millones que dice que se va a ahorrar
Telefónica, cuanto ira a su miserable sueldo. Y si las cosas le salen mal, pues
es igual, le echan con un porrón de dinero como a Corcostegui o al presidente
de Volswagen. O se mantiene como el ínclito Luis Cebrian ganando un porrón de
millones, mientras su empresa está en quiebra. A pesar de los 43,3 millones que
gana el Sr. Alierta al año –o por lo menos este último- “solo” tiene un
patrimonio de 110,8 millones de euros. ¿Sera porque gasta mucho? Que suerte
haber sido amigo de Aznar.
Humilla el
dueño del Inditex. Tiene casi 60.000 millones de euros. El segundo, los del Pino-curioso- solo 8.000, y además el patrimonio es de toda
la familia.
Sería largo y no quiero
cansar a mis lectores con mis comentarios sobre estos afortunados pero no
quiero dejar de hacer una mención a una persona que en su tiempo deslumbró por
su apellido. Me refiero a Esther Koplowitz. Pobre. Además de tonta y engreída.
Un gran emporio que te
nía y que le ha dejado perder. Su hermana Alicia se lo
imaginó y se marchó a tiempo. Esta última tiene 1.100 millones y
su hermana 330 y con muchas deudas. Yo conocí a esa señora
porque trabajé en una empresa de su grupo. Era un problema para los financieros
colocar los cientos de millones que generaba la mencionada sociedad. Con el
esfuerzo de todos los que trabajábamos en ella porque en parte nos sentíamos
–ilusos- empresa. Pero hete aquí que se marchase de presidente el primo de los
primos –me refiero a Alfonso Cortina, primo de los Albertos, a su vez primos
(de eso nada) entre si y consortes de las mencionadas hermanas hasta
que hicieron fortuna y se divorciaron- doña Esther colocó a una serie de
incompetentes ejecutivos –claro, había que poner a amigos y recomendados- que
hundieron la empresa. Compraron una serie de fábricas en USA y en vez de
controlarlas como se debe hacer, lo dejaron en manos de los ejecutivos
americanos encabezados por un presidente que iba a la oficina en pantalón corto
y con un patt en la mano embocando la bola en un hoyo artificial en su despacho.
Yo lo vi. Y venga a llevar dinero a Estados unidos a compensar las pérdidas de
los Yankies. Posteriormente compraron una sociedad catalana por diez veces su
valor. Nadie se explicaba el porqué de esa decisión. Curioso que estos que
vendieron la empresa a nuestra protagonista ahora tienen un patrimonio doble
que el de Esther –y sin deudas.
Llegó la crisis y ya no
había dinero para tapar los agujeros de los manirrotos transoceánicos ni para
pagar el crédito por la compra catalana. Una ruina. De 123 euros que estuvo en
su máximo la acción de la empresa ahora está a 4,9€, e incluso mas baja. Alguien da más.
A pesar de los pesares la
ínclita no dio su brazo a torcer y mantuvo la política de confiar en
incompetentes ejecutivos que no trabajaban muy duro y sí cometiendo error tras
error. Pena. Mi pregunta después de mi salida –venturosa- de la empresa ha sido
siempre la misma: ¿Por qué no hizo Esther lo de la familia Masaveu –dueños
de importantes instalaciones del mismo sector- en vez de llenarse de ínfulas y sueños
que no la correspondían?
Ahora manda un Mejicano me
dicen.
Mis mejores
recuerdos y cariño a todos los que aún trabajan en la empresa y que están
pagando o han pagado las veleidades de esta beautiful people que no se si era
consciente de la responsabilidad de los miles de trabajadores que trabajaban en
sus empresas.