martes, 20 de agosto de 2013

Las Rodriguezas.

Con permiso de la Real Academia de la Lengua, las Rodríguez existen. Esta mañana he acompañado a mi mujer a la cochera de nuestra casa de Santander porque se iba a trabajar a Palencia. Pobre. Los peligros de la carretera. La soledad de la mujer trabajadora. Yo de vacaciones y ella como parte de un colectivo cada vez mas numeroso. Qué pena.  No he sido nunca Rodríguez pero si que conozco las peripecias de estos. Desorden, suciedad,  aburrimiento llenaban las horas de los que se quedaban trabajando mientras sus señoras se tostaban en las playas normalmente mediterráneas. La buena vida nocturna de estos personajes de la fauna española tenía más de leyenda que de realidad. Bien por principios o por imposibilidad técnica, no se jalaban una rosca. Al final llegaban a casa mamados y sin ganas de repetir. Nunca disponían de servicios de externalización  de los trabajos domésticos –comúnmente llamada “chica”- porque o bien se aprovechaba para darle vacaciones o se la llevaba la señora a su apartamento de la playa; y esto los que podían porque la mayoría de los mortales tenían personal propio –marido y mujer- para ello.
Total que la casa sin barrer, fregar, planchar, etc. Cansado de comer fuera y de excesos alcohólicos, los Rodríguez dijeron que hasta aquí hemos llegado. Se pusieron de acuerdo con las feministas y consiguieron que muchas de ellas trabajasen. Se realizaban personalmente.

Ahora bien, faltaba uno de las dos condiciones para que hubiese Rodriguezas –perdón otra vez a la RAE. Tenían que perder el trabajo los hombres. ¿Como? Con una crisis. Volvieron a ponerse en contacto con las feministas y llegaron a la conclusión de que la mejor  forma de conseguir una fuerte crisis es mediante dos objetivos: el primero interior, pedirla a Zapatero que apruebe un Plan-E; el segundo, a nivel mundial,  es ponerse en contacto con las mujeres de los Leman Brothers –ya está bien de machismos- para que induzcan a sus maridos la creación de la mayor crisis conocida después del 29 del siglo pasado.
Muchos fueron al paro y se consiguió el objetivo de que la mujer sigan trabajando y los maridos en las playas, bares o en su casa sin pegar palo al agua.

Y todos los que han creado este desaguisado con unos sueldos escandalosos, pensiones inmorales, patrimonios inalcanzables, están viendo desde el privilegio de sus balcones de oro la miseria de los mileuristas, parados, y los afortunados rodriguezes y rodriguezas. Pero esa es otra historia.

sábado, 3 de agosto de 2013

Ivan el Terrible y los casting de las TV's


He releído biografía Iván el Terrible -el gran Ivan IV de Rusia- de Ian Grey. Me ha recordado mi época de joven e indocumentado que solía ver películas de cine ruso -en aquella época soviético-.  El más conocido director Serguéi M. Eisenstein supo dar a sus obras un aire más comprometido que lo que en aquella época se permitía con la férrea dictadura bolchevique. Grandes sus películas; una de ellas “Iván el Terrible”. Tuvo una secuela –antes no se decía así- llamada  “la conjura de los Boyardos”. Cine en blanco y negro. Impactante

Volviendo a la biografía de Iván el Terrible tengo que reconocer que disfrute  considerablemente. Su escritura amena, llena de anécdotas y fundamentalmente cargada de, como se puede uno imaginar, intrigas y luchas de poder, no solo en la propia Rusia sino en los pueblos de este –Tártaros, Kanatos, Livonios, Daneses, Lituanos, Polacos, etc.- y más lejanos – Ingleses, Franceses, el Papado. Todo ello condicionó considerablemente la historia de los siglos posteriores. El centro del poder –como no- el papado, se presenta como lo que ha sido siempre, no una idea de salvación de los cristianos, sino un centro de poder e influencia que apoyaba al mayor postor. Pena. Bienvenido el Papa Francisco.

Dejando el aspecto serio de la historia, cuento la parte marital de Iván  IV. Se casó 8 veces –una más que Enrique VIII- aunque solo con la primera  Anastasia Romanovna por amor. Una anécdota explica el despliegue de medios para la busca, por ejemplo, de su tercera esposa. Muy parecido a los casting que se hacen ahora para los programas de máxima cultura de las televisiones del mundo. Copio con el permiso de Ian Grey. “Se mandaron mensajes… ordenando a los padres de las muchachas hermosas y virtuosas… las presentaran a los funcionarios del Zar para una… inspección…. Se reunieron más de 2.000 vírgenes.… Iván escogió 12 jóvenes que fueron examinadas… por un médico y por mujeres ancianas de la corte. Los detalles más apreciados eran la belleza, buen carácter e inteligencia…. que no tuviera defecto alguno y tampoco malas costumbres, como por ejemplo roncar mientras durmiera.”  No es ningún invento del siglo XXI, ¿verdad? me pregunto si la aristocracia de ahora utiliza los mismos criterios. O al menos alguno, ya que la virginidad ahora no sería un mérito.

Y yo con estos pelos.