Ya sé que esto no tiene el más
mínimo interés para mis avezados lectores pero si es para mí un buen
entrenamiento para continuar con mi vasto blog.
Desde abril que no escribo una
palabra. Si hay que buscar un culpable, ya tengo uno: mi casa. Me ilusioné con
los tomates, mi huerto, mis chapuzas y los remates. Aunque en realidad, para
ser sinceros la responsabilidad es solo mía. Llegó el verano y no he dado pie
con bola. Y mira que es sencillo para mí escribir unas cuantas palabras;
conexas o dispares, ingeniosas o aburridas. En fin, la playa y las cañitas
pudieron más que mí obligación de hacer rodar mi imaginación por los vericuetos
de la escritura.
He aprovechado la reanudación de
mi blog para contar porque algunas veces se me plantean cuestiones tan banales
como la acentuación de las palabras. Yo no soy muy de los que apedrean la
lengua española, incluso pongo mucho interés cuando escribo en mensajes como
WhatsApp, evitando por ejemplo ahorrar palabras sustituyendo “que” por la “q”
sola. Es verdad que cada vez está más extendido pero me niego a sumarme a esa
moda. El lenguaje es el lenguaje y no podemos inventarnos uno de la noche a la
mañana como por ejemplo los vascos con el vascuence (¿es con “b”?)
¿Cuándo tienen tilde las palabras
llanas, agudas y esdrújulas? Vamos a Internet –que maravilla- y escoges una
página que te lo cuente y zas, en unos segundos después de que el monstruo
Google haya identificado miles
y miles de resultados. Ya no hace falta ir al Espasa ni al Planeta Agostini
(me
acuerdo del chiste del vendedor de libros) para aprender o recordar nuestra
formación de la más tierna infancia.
¡Qué bien lo que sabía¡ Y no se
me ha olvidado como los 12 hijos de Jacob o las preposiciones o los ríos de
España o…., Aunque siempre hay algo que aprender. Por ejemplo, “proparoxítona”
significa lo mismo que “esdrújula”. A cualquiera que le pregunten en la rueda
de la fortuna el significado de aquella palabra seguro que contesta que es un
antidepresivo.
No sigo contándoos mis
averiguaciones porque os aburriría y prefiero que os reservéis para mis
próximas palabras. Hablaré de política y de todos los sinvergüenzas de los
políticos. Perdón, ¿he dicho todos? No. Seguro que hay alguno honrado. Como Lot
del viejo testamento. ¿Quién de los políticos puede asemejarse a Lot?
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